¿Debe asustar a los Packers la vida sin Aaron Rodgers? – Café Lombardi

En 1968 tras ganar su segundo Super Bowl, el mayor símbolo en la historia del equipo tomó la decisión de abandonar su puesto de entrenador jefe de los Green Bay Packers. Vince Lombardi había llegado a Wisconsin diez años antes, en 1958, procedente de los New York Giants, cuando los Packers terminaron la temporada anterior con un récord de 1-10-1 (su peor registro histórico) y no clasificaban a postemporada desde 1944.

El mítico entrenador en jefe reclamó control total a una franquicia sobre la que se cuestionaba su viabilidad económica. Sumida en unas enormes pérdidas económicas, jugaba en el mercado más pequeño de la NFL, que estaba muy lejos de ser el negocio global que es ahora.

Con Lombardi, los Packers recuperaron su seña de identidad: ser unos ganadores. En los nueve años que permaneció en el puesto, nunca tuvo una temporada perdedora, además de ganar tres campeonatos de la NFL y dos Super Bowls. 

Los Packers post-Lombardi: dos décadas de sombra por tres de luz

La marcha de Vince Lombardi y el fin de los Glory Years trajeron una larga era de mediocridad absoluta: un tiempo que duró desde 1968 a 1991, apenas cinco temporadas victoriosas y dos presencias en playoffs con eliminación en el primer partido. En 1991, el nuevo Gerente General, Ron Wolf, trajo dos cambios drásticos: un nuevo entrenador jefe, Mike Holmgren, y un QB tan polémico como talentoso, Brett Favre. El movimiento que devolvió al equipo a la grandeza fue la firma del mejor agente libre que probablemente ha conocido la NFL: el liniero defensivo Reggie White.

En ese momento, Green Bay se acabó convirtiendo en uno de los destinos más atractivos de la NFL, y para los aficionados uno de los estadios donde más difícil y caro es encontrar un boleto. La lista de espera para ser poseedor de un abono dura años y generaciones enteras de solicitantes morirán sin recibir el preciado tesoro. El legendario Lambeau Field, el estadio más antiguo de la liga, ha ido sufriendo continuas reformas, ampliaciones y mejoras, hasta el extremo de convertirlo en el campo con mayor capacidad de la liga.

A todo ello han colaborado de forma esencial los dos únicos pasadores que ha tenido el equipo, Brett Favre desde 1991 hasta 2007, y desde entonces hasta hoy, Aaron Rodgers. Durante 31 años, los Packers han tenido el puesto de QB cubierto por al menos un indiscutible miembro del Salón de la Fama, algo que ningún otro equipo ha podido saborear. Lo más cercano han sido los San Francisco 49ers que disfrutaron a la pareja de Joe Montana y Steve Young durante 20 años. 

Lo triste es que Aaron Rodgers, seguramente el pasador con mejores cualidades innatas que ha conocido la liga, con el paso de los años se ha ido acercando más y más a la peor versión de Brett Favre, quien ya en sus últimos años en Green Bay no tenía la certeza de si quería seguir jugando o se quería retirar. Los playoffs de 2021 fueron un verdadero culebrón con Rodgers muy enfadado por la salida de su receptor más confiable en activo tras Randall Cobb, Davante Adams.

Al poco de empezar los Training Camps, el pasador se presentó en las oficinas del equipo, firmó la paz con la gerencia, renovó su contrato por una cantidades astronómica y, una vez más, los Packers parecían el equipo a batir en la NFC.

Las cosas no han ido igual de bien en 2022 que en los años anteriores. La marcha de Davante Adams ha afectado a todo la ofensiva y el mayor damnificado es el propio Rodgers, que ha pasado de lanzar pases a uno de los mejores pares manos a lanzarlos a jugadores muy inexpertos y en los que no confía plenamente.

Pero no todo el problema es ese: la línea ofensiva es mucho peor, y la defensa ha decepcionado muchísimo. A todo esto hay que unir al propio Aaron Rodgers, con su actitud pasota y con numerosas declaraciones que no ayudan en absoluto.

¿Qué le espera a Green Bay en el futuro inmediato sin Aaron Rodgers?

Nadie sabe qué quiere Aaron Rodgers, si retirarse —algo poco probable dada su situación contractual— o pedir el traspaso, pues cortarlo no se contempla por las gravísimas ramificaciones en forma de salario muerto para la franquicia. La lesión de pulgar del QB, quien mantiene que quiere seguir jugando, podría ser la justificación perfecta para probar en los partidos que restan a Jordan Love y ver si hay o no un pasador viable.

La gran mayoría de aficionados sabe la dura realidad que les espera por delante. Este equipo con Aaron Rodgers tiene un registro de 4-8, ¿Qué clase de récords le espera sin el pasador? Hay miedo, muchísimo miedo a que se repita lo que sucedió entre 1944 a 1958 y 1968 a 1991, o incluso se agrave y que la franquicia caiga en la más absoluta de las mediocridades. Ahora mismo, lo único que les podría salvar de ese pensamiento es que Jordan Love sea un digno sucesor o que Matt LaFleur resulte un clon de Vince Lombardi. ¿Ustedes apostarían por ello?

Como nada se sabe, debido a la alargada sombra de Aaron Rodgers, es completamente lógico que los cheeeseheads teman lo peor y que la franquicia entre en ese túnel en el que han estado inmersos equipos como los 49ers, Broncos, Bills o Dolphins en los años noventa y dos miles cuando se marcharon sus quarterbacks miembros del Salón de la Fama. Igualmente tienen cercana la reciente experiencia de Colts y Patriots. Si en raras ocasiones a un QB de leyenda le ha reemplazado otro, que eso ocurra por tercera vez no se ha dado nunca. 

En Green Bay han estado la friolera de tres décadas sin preocuparse por la posición más importante de un equipo NFL. Es eso y nada más lo que ahora preocupa en Wisconsin, si ya va tan mal las cosas con Aaron Rodgers ¿Qué será el día que no esté más? 

¿Cómo crees que le vaya a los Packers en lo inmediato sin Aaron Rodgers? ¿Cómo evitar un desastre tras su partida? Te leemos en los comentarios bajo este artículo y en nuestras redes sociales.