Deion Sanders: de la Serie Mundial al Super Bowl
El fin de semana que Deion quiso jugar dos deportes el mismo día
El sábado 10 de octubre de 1992 los Braves vencieron a los Pirates 6-4 para poner la Serie Mundial 3-1 en favor de los de Atlanta, Primetime tomó un vuelo privado para llegar al hotel de los Falcons en Miami el domingo antes de las 5:00 a.m. Según describe el mismo Sanders, arribó al autobús y sus compañeros lo veían incrédulos, pues tan sólo unas horas antes lo habían visto en la TV, a kilómetros de distancia, peleando la final de la Liga Nacional de baseball. Entonces Sus compañeros se pusieron de pie y estallaron en aplausos, ante lo cual Sanders rompió en lágrimas.
Sin embargo, no todo fueron aplausos para el recién llegado. El coach Glanville no estaba del todo contento con el arrebato, por lo que le comunicó al jugador que, al no haber practicado toda la semana, no conocía el plan de juego y por tanto no iniciaría el encuentro.
No obstante, el veto solamente duró hasta el final la primera jugada y entonces se le permitió ingresar al emparrillado. Fue un juego discreto para Sanders pero jugó tanto en defensa como en ataque, incluyendo una recepción de nueve yardas. Lamentablemente para nuestro protagonista, los Falcons cayeron ante la mítica pareja de Dan Marino y Don Shula, pero la peor noticia fue que, a raíz del poco descanso, Sanders presentaba un cuadro severo de deshidratación, lo cual demoró aún más su regreso a Pittsburgh para el quinto juego de la serie de baseball.
Milagrosamente, Sanders logró recuperarse y presentarse con los Braves justo a tiempo, pero el Manager Bobby Cox lo mantuvo en la banca. Los Braves perdieron ese juego, pero a la postre pasaron a la Serie Mundial luego de ganar en el séptimo juego ante los Pirates y el banderín de la Liga Nacional de la MLB.
Ya en las finales del baseball ante los Toronto Blue Jays, Primetime tuvo una gran serie, con un promedio de .533 con 8 hits en 15 turnos al bat y cinco robos de base. Lamentablemente para él, los Blue Jays ganaron la serie en seis juegos y el sueño del trofeo de la MLB se acabó para Sanders.
En 1993 el ritmo disminuyó para Prime Time en tanto en el baseball donde no terminó la campaña por problemas de salud y en la NFL donde los prometedores Falcons se derrumbaron completamente lo que terminó en el eventual despido de Jerry Glanville y la partida de Sanders a los Niners.
Adiós a la MLB, hola a la inmortalidad en la NFL
La amargura para el jugador era grande tras perder la Serie Mundial, y el resto de la carrera de Deion Sanders en el baseball nunca volvió a alcanzar tales alturas. Fue cambiado en 1994 a los Cincinnati Reds, con quienes permaneció hasta 1995 cuando se fue a los San Francisco Giants y de ahí a tomarse un año sabático en 1996. Regresó en 1997 con los Reds antes de tomar un descanso de tres años para regresar al mismo equipo en 2001, en lo que fue su última temporada como beisbolista.
Sin embargo, en el football, lo mejor para Sanders estaba por venir tras esa Serie Mundial. La dedicación de Primetime lo llevó a convertirse en el que para muchos ha sido el mejor cornerback de la historia, con un palmarés que incluye un campeonato con San Francisco 49ers en 1994 y otro más en 1995 con los Dallas Cowboys, equipo con el que permaneció hasta 1999.
En 2000 Sanders firmó con los Washington Redskins, equipo con el que sólo permaneció un año para retirarse parcialmente. Intentó regresar con los Baltimore Ravens en 2004 y en 2005 puso punto final a una carrera de Salón de la Fama en el football e ilustre en el deporte profesional. Y a partir de entonces construyó una exitosa carrera como analista de la NFL en la televisión estadounidense.
Es fácil entender ahora por qué Deion Sanders fue un total fuera de serie. Tal vez no tuvo el dominio individual que sí exhibió Bo Jackson en ambos deportes, pero fue exitoso y alcanzó las finales en las máximas ligas profesionales de esos deportes (a diferencia de Michael Jordan en la NBA y en la MLB y el mencionado Jackson). Y es que su talento natural, carisma, vocación a prueba de todo y su energía interminable lo han llevado a convertir en oro todo lo que toca, y sin duda es una de las personalidades más reconocidas en la historia del deporte estadounidense.