¿Por qué se están rebelando los mejores corredores de la NFL?

¿Por qué los mejores corredores de la NFL prefieren perder un año antes que jugar por menos dinero del que que cree merecer?

El problema principal, motivo por el que los running backs estrella deciden parar a modo de huelga, es que ellos ven cómo se les escurren entre las manos sus mejores años, por sueldos que están lejos de ser los más importantes de la liga. Muy lejos, de hecho. Según Spotrac, sitio especializado en los aspectos financieros del deporte, el puesto de RB es, en promedio entre todas las franquicias para 2019, el segundo peor pagado: los equipos destinan a él poco más de 6 600 000 dólares, siendo solamente superior a las ganancias de los especialistas (punters y kickers). ¿Y por qué sucede esto? 

La principal razón es el actual CBA (Collective Bargaining Agreement). En el año 2011, cuando la liga acordó con el sindicato de jugadores (NFLPA) este convenio colectivo de trabajo, se incluyó lo que en inglés llaman el rookie wage scale, que traducido sería una escala salarial para los novatos que llegan a la competencia. La idea detrás de esto era poner un freno a lo que costaba firmar a los puestos más altos del Draft, cuyas ganancias se estaban yendo por las nubes cuando ni siquiera habían jugado un snap en la NFL. Un rápido vistazo a esta tabla del sitio Bleacher Report sobre los contratos firmados por los primeros picks de esos años demuestra muy bien la situación:

  • 2008: Jake Long, OT, Dolphins, 5 años, 57.75 millones
  • 2009: Matthew Stafford, QB, Lions, 6 años, 72 millones
  • 2010: Sam Bradford, QB, Rams, 6 años, 78 millones
  • 2011: Cam Newton, QB, Panthers, 4 años, 22 millones
  • 2012: Andrew Luck, QB, Colts, 4 años, 22 millones

El cambio entre 2010 y 2011 es notorio, y estoy seguro de que Cam Newton hubiese deseado llegar al Draft un año antes. Ligado a lo estrictamente monetario, que salta a la vista, con esta rookie wage scale también se introdujo la duración fija de cuatro años para los contratos, luego con opción de un quinto para aquellos que fueran seleccionados en la primera ronda.

Y en parte, todo esto tiene sentido. ¿Pero para quiénes? Para los quarterbacks, los tesoros más preciados en este mundo. Salvo contadas excepciones, desde su llegada a la liga éstos tienen que progresar hasta alcanzar su máximo nivel, cosa que no sucede con los corredores de la NFL. Entonces, mientras los pasadores se van formando y se vuelven mejores, no ganan los altos sueldos que luego sí consiguen con sus extensiones o, llegado el caso, en la agencia libre, cuando ya probaron lo que valen dentro de la cancha. Se les paga “poco dinero” durante el tiempo en el que están aprendiendo a ser un quarterback de NFL. Mientras esto sucede, los RB la ligan de rebote y, especialmente aquellos en que suelen ser más desequilibrantes, ven pasar sus mejores años ganando salarios mínimos.

Pero hay un detalle que no es nada pequeño. Los corredores de la NFL tienen una vida útil mucho más corta que los quarterbacks. Sus carreras están en la línea en cada jugada. Los expertos dicen que, llegados los 2.000 o 3.000 acarreos, sus cuerpos empiezan a decir basta. Los golpes se suman, los dolores incrementan y su andar ya no es el mismo. Y tiene lógica si pensamos que cuando se le entrega el balón a un running back, hay once tipos desquiciados intentando golpearlo de la forma más contundente que las reglas lo permitan. Por lo tanto, decidir no jugar o amenazar a los dueños (que no son, precisamente, la gente con menos dinero en Estados Unidos) con irse de sus equipos es realmente la única forma que los corredores estrella, aquellos que juegan más de lo que sus contratos les pagan, tienen para intentar conseguir un balance más justo para ellos, que al final del día están intentando sacar un mayor provecho del daño que le infligen a sus cuerpos.

Para colmo de males existe la franchise tag, o etiqueta de jugador franquicia, que los equipos usan para retener a sus estrellas por un año más antes de que lleguen a la agencia libre, con el objetivo de extender el tiempo que tienen disponible para negociar con el jugador y así evitar ver a sus recursos más valiosos irse caminando. Los jugadores pueden ser etiquetados en años consecutivos, pero para esto las franquicias, que pueden utilizarla sólo una vez por temporada (si desean usarla), están obligadas a pagarles el 120% de su salario anterior, y en caso de que sean tres años en fila, el 144%. Poco dinero, de todos modos, en comparación con lo que pueden conseguir cuando todos los equipos pujan por él.

Si un jugador se niega a firmar esta franchise tag, que fue lo que pasó con Bell el año pasado, tiene hasta la décima semana de competencia para hacerlo, de lo contrario no podrá ver acción en la temporada en curso. Le´Veon Bell, quien luego de ser elegido por los Steelers en 2013 fue tres veces al Pro Bowl y promedió 86,1 yardas por juego en los cinco años que estuvo allí, fue “taggeado” por dos años seguidos y por ello decidió no jugar con Pittsburgh durante 2018. Dicho sea de paso, el atleta no cobra cuando no juega en estos casos.

No hay solución a corto plazo

¿Y entonces? ¿Cómo se podría solucionar este problema? Lamento no venir con mejores noticias, pero las alternativas son casi nulas hasta que el actual CBA deje de estar vigente. Esto ocurrirá al finalizar la temporada de 2020, momento para el cual la liga y el sindicato de jugadores tendrán que acordar un nuevo lineamiento general, que quisiera creer que contemplará esta problemática actual.

Acortar los contratos de los novatos y/o eliminar las franchise tags sería lo mejor para los corredores de la NFL, pero me cuesta creer que ambas cosas puedan hacerse. Sólo queda esperar, entonces, que algún mejor acuerdo pueda llevarse adelante y, mientras tanto, estos holdouts seguirán siendo parte del día a día de la liga.


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Comments (1)

  1. Fernando

    Lo tienen un poco crudo los RB la verdad.. buen post.

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